“Llibertat, esperança i desencís”, en los 70 y ahora

ce5fc4e0d534f7eef10e1cc1982b6a9c-500x722Como cada febrero, el pasado fue un mes especial para el anarquismo en Barcelona. Se celebró el Febrer Llibertari de Sants 2014, el título del cual era Llibertat, esperança i desencís als anys 70, entorno al cual giraban la mayoría de actividades que se han realizado este año. Quizás fue un hecho decisivo para delimitar el tema que el pasado 2 de marzo se cumplieran cuarenta años del asesinato de Salvador Puig Antich. En total dieciséis eventos se organizaron y llevaron a cabo durante este mes, desde una ponencia sobre alternativas a la educación estatal hasta talleres de autodefensa laboral. Una de las actividades que considero más reseñable fue una ruta en bus por la Barcelona de los años 70, en la que conocí un poco más la actividad e intensidad con la que el movimiento anarquista vivió y creció durante la primera parte de la Transición: la reconstrucción de la CNT, el nacimiento de revistas contraculturales como Ajoblanco, la efervescencia de ateneos populares (más de veinte sólo en Barcelona y cercanías), la primera manifestación por los derechos de las homosexuales en España (siendo aún vigente la Ley de Peligrosidad Social tuvo más de 4.000 asistentes) y las Jornadas Libertarias Internacionales del 77. Estas tuvieron lugar en el Parc Güell y el cartel lo formaban ponentes como el entre otras cosas lingüísta  Noam Chomsky y las actuaciones musicales de grupos como los sevillanos Triana.

Sin embargo esta resurrección del anarquismo se vió rápidamente truncada en el 78, con la ejecución de Puig Antich, militante del Movimiento Ibérico de Liberación, y sobre todo gracias al caso Scala. Para los que no lo conozcan este fue un montaje del Estado a través del cual se inculpó a la CNT y a la FAI del incendio de la sala Scala (Barcelona) y de la muerte de cuatro trabajadores (dos de ellos afiliados a la CNT). La razón es evidente, desacreditar a las organizaciones y sindicatos anarquistas, justo después de que la CNT se opusiera a los Pactos de la Moncloa. Desacreditación que causó la pérdida de miles de afiliados en tan sólo meses y de la que la organización no volvió a reponerse, además de incentivar la persecución y represión de las anarquistas por parte de la policía y de grupos de ultraderecha. Desacreditación de la cual participaron plenamente la mayoría de medios de entonces, que siguieron instigando durante los años que duró el proceso y que no han rectificado cuando la última sentencia condenaba a 7 años de prisión a Gambín, el agente infiltrado, mientras que José Cuevas, Xavier Cañadas y Arturo Palma cumplían una pena de 17 años.manifestacion-caso-scala-2

Y que quiero decir con todo esto, se preguntará alguna. Pues que la Transición, además de no ser en efecto modélica… no fue un proceso exclusivo del gobierno y de los partidos. Estoy segura de que son muchos más, pero en este caso he hablado sobre el movimiento anarquista ya que gracias al Febrer Llibertari he podido conocer una parte de ese proceso tan importante, lleno de iniciativas, de lucha y de ilusión que instituciones como el Estado y los medios lapidaron. Y una parte de ese proceso sigue siendo aún obviado por la prensa. Sólo algunos medios destacados como el Diagonal le siguen dando voz al caso Scala y muy pocos hablan desde una perspectiva crítica del asesinato de Salvador Puig Antich, como La Directa. Puedo comprender que una relación cordial entre el anarquismo (igual que otros movimientos e ideologías) y los medios tradicionales es casi imposible, pero no creo que se pase de la información a la difamación de manera inocente.

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